Fundación Dialnet - Martes 02/03/2009 - ODALYS SUBASTAS, EN ESPAÑA UNA FIRMA CON EMPUJE
ODALYS SUBASTAS, EN ESPAÑA
UNA FIRMA CON EMPUJE
Julia Sáez-Angulo
Tiene el entusiasmo y la energía de quien cree y está segura de lo que hace. Odalys Sánchez de Saravo (Caracas, 1969) dirige con batuta sutil la firma Odalys Subastas, que tendrá su próxima sesión abierta y pública en el Hotel Palace el próximo 12 de febrero. Se trata de la segunda comparecencia en España en el mismo lugar, después de que el pasado año rematara la venta en más de un 80% entre clientes no españoles. Física de titulación universitaria en Venezuela, Odalys descubrió muy pronto que su vocación era la del arte y su comercialización. En Caracas cuenta con una galería de arte contemporáneo y la casa de subastas; ambas llevan su nombre. Con esta doble experiencia de éxito, se ha instalado en Madrid. Tiene nacionalidad española -sin haber perdido la venezolana- ya que sus abuelos eran oriundos de Galicia y Canarias.
Esta hispano/venezolana, entendida y comunicativa, está orgullosa de los nombres y las piezas que presenta en la próxima subasta en el Palace: Tamiya (1992), de Takashi Murakami; Fortune Teller (1993) fotografía de Cindy Sherman; Composition Spontanée (1958 - 1965), de Man Ray; Flower Ballon (1992), instalación de Jeff Koons; Blue Movie (1960), construcción de Andy Warhol; Antenae (2004), escultura en acero de Blanca Muñoz; Pareja de acróbatas, (2007), espléndido grafito de Fernando Botero; Clasic Love (1995), tapiz de Robert Indiana; Folded Squares (c.1970), papel plegado de Sol Lewitt; Go Pony (1996), en madera pintada de Joaquín Torres García; Helena Devulina Diaakanoff -dit Gala, escultura en bronce, pieza singular y única, nunca editada, y autentificada por Decharnes; Hiouz-A (1975 -76) de Víctor Vasarely; Untitled (1989), instalación con neón de Michelangelo Pistoletto; Leño Viejo (1974), soberbio ensamblaje de madera, metal y pintura de Jesús Soto -solo hizo doce leños y hoy resultan inencontrables-, o Dos planos (1965), objeto escultórico en alambre, madera o pintura de Gertrud Goldschmidt (Gego).
En resumen, casi doscientos lotes con nombres de primer plano como -además de los citados- Claudio Bravo; Marta Boto; Luís Caballero; Eduardo Chillida; Miquel Navarro; Nadín Ospina, Joan Miró; Roberto Matta; Rene Burri; Sonia Delaunay; Jean Dubois; Alexander Apóstol; Jean Cocteau; Fernand Legar; Manolo Valdés; Hugo Demarco; Korda; Patrick Hamilton; Pascal Loubet; Fernando de Szyslo; Julio Le Parc; Carlos Cruz Díez; Adolphe Mucha; Carlos Rojas... "Presento unas cuantas piezas procedentes de colecciones españolas", explica Odalys, que se siente satisfecha de la selección de las obras, en las que cuida su autentificación y trayectoria. Todo ello fundamental, para ganarse a pulso el respeto de los coleccionistas.
En la última parte de los lotes del catálogo va la fotografía y en ella figuran, entre otras, obras de Richar Avedon; Robert Freeman; Alfredo Boulton; Mario Cravo Neto; Marcos López; Primoz Bizjak; Luis González Palma; Chema Madoz; Ambra Polidori; Gladys Triana Pérez; Albano Alfonso; René Peña; Luis González Palma; Paloma Navares o Fina Gómez.
Una buena colección de fotografías
Odalys Sánchez es también coleccionista, en su caso de fotografías. Cuenta con un conjunto de más de tres mil fotografías históricas de Venezuela, a las que ha ido añadiendo numerosas piezas de obras contemporáneas. "Creo en la fotografía porque es hoy muy importante. El arte de nuestro tiempo. La mía es una colección bastante sólida que me gustaría exponer y hasta donar si encuentro un lugar adecuado para mostrarla y conservarla. No tiene por qué ser exclusivamente en Venezuela. No creo en las fronteras. El arte debe romper fronteras y estar allí donde más seguro y apreciado se encuentre. No tiene sentido regresar obras a lugares que no les dan la proyección adecuada. Hoy por hoy, no creo que sea Caracas la ciudad idónea. El nuevo concepto de arte apela a una mejor comunicación con aquellos con los que no podamos hacerlo verbalmente. El artista es el gran interlocutor que traduce lo que las personas comunes no podemos percibir".
Odalys tiene las ideas muy claras y las comunica de modo directo. La clave del éxito en las subastas radica en "ofrecer buenas piezas y a precios razonables, al tiempo que se va despertando nuevo coleccionismo". Su apuesta va por el arte moderno y contemporáneo internacional, entre cuyos nombres figuran lo más granado de arte latinoamericano, sector que ella conoce y cultiva como nadie. "Un arte de éxito en Estados Unidos y que va a entrando en España de la mano de los más audaces". No cree en los guetos de subastas especializadas para el arte latinoamericano, como se hace en Nueva York donde hay colecciones espléndidas en este campo, sino en "la convivencia de los artistas con lenguaje internacional en un mundo totalmente globalizado. Al mismo tiempo quiero apoyar a los artistas emergentes con talento, aquellos que cultivan un lenguaje interesante y no se quedan en los mercados locales. Existe una franja intermedia de nombres interesantes que hay que sacar a primera fila porque lo merece. Yo estoy en este reto que me ilusiona", señala Odalys y añade:
"Hay jóvenes artistas latinoamericanos brillantes que hacen esfuerzos sobrehumanos para salir adelante. Ellos no cuentan con tanto apoyo como en Europa. Apóstol reside en España y se va abriendo camino con su espléndido trabajo. Hay otros nombres interesantes como J.A. Hernández Díez; Magdalena Fernández; José Gabriel Fernández; Meyer Weismann... "Con los artistas cubanos mantengo ciertas cautelas porque no ofrecen suficientes garantías en la certificación de autor. Sólo admito una procedencia impecable".
Odalys no tiene miedo a la crisis; sabe y lo dice, que "el arte es valor seguro, más incluso que la Bolsa; así lo ha demostrado en esta y pasadas crisis". Reconoce que hay dos tipos de coleccionistas: "los que compran porque aman el arte y eligen la pieza que les gusta o interesa -estos siempre aciertan- , o aquellos que lo hacen por inversión y, en este caso asumen su propio riesgo".
Para Odalys Sánchez, crear coleccionismo nuevo es una tarea y ella la afronta cada día, como los planteamientos formales que hizo nada más asentarse en Madrid al director de su Banco y a su abogado. "Yo no entiendo mucho y además no tengo dinero", le argumentó su abogado la primera vez que le habló de adquirir arte. "¿Y qué es ese cheque que yo te acabo de entregar?", le replicó la directora de subastas. "Mi abogado es hoy un excelente coleccionista y experto en arte; asesora a diversos artistas y empresas del sector", cuenta Odalys muy satisfecha.
La buena relación con los clientes es clave, insiste. Ellos requieren tener buena información para sentirse seguros y yo se la proporciono en todo momento. Bastantes clientes de América me siguen con la fidelidad de quienes no han sido defraudados, a la subasta que voy a celebrar en España; unos cuantos han reservado ya su alojamiento en el mismo Hotel Palace para esos días en los que pueden visitar ARCO, hacer turismo en Madrid y acudir a mi gran subasta europea", añade Odalys. "Trabajo con una promoción muy cuidada y bien hecha, con tiempo y con catálogos explicativos sobre las piezas y las biografías de los artistas. La promoción es clave. Además, no me gusta mezclar géneros y separo la pintura y escultura del mobiliario o las joyas. En un noventa por ciento, trabajo la pintura".
Martillo y confianza
A la subastadora venezolana le gusta actuar como martillo, ya que uno de sus empeños es que el día de la puja los coleccionistas disfruten, lo pasen bien y se encuentren en un ambiente seguro y relajado. "La subasta ha de ser una fiesta para ellos, por lo que es importante que se encuentren en un ambiente serio y acogedor al mismo tiempo. Ellos me ven, me conocen y confían en mí y en mis propuestas. El trabajo, ese día, es sólo para mí", señala. "Los coleccionistas tienen que irse satisfechos de haber comprado bien, al mejor precio y han de decidirse en una fracción de segundo. Esa es la emoción de las subastas"
"Me siento cómoda y respetada en España", afirma Odalys. "Me gusta la legislación y reglamentación que hay sobre el arte, frente a la falta de normativa e inseguridad jurídica que, a este respecto, existe en la Venezuela de Chávez, donde todos los museos han pasado a un organismo general común, que les priva de una trayectoria singular o individualizada. El vacío legal es terrible. No se puede ni debe mezclar el arte de los consagrados con los que aún tienen que demostrar su talento. La nómina internacional no debe mezclarse con los nombres locales."
Odalys habla de las grandes colecciones venezolanas que han tenidoq ue salir del país, precisamente por la indefensión que tienen sus propietarios y el miedo a perderlas por cualquier decisión arbitraria de la noche a la mañana. "No hay seguridad con Chavez. Sólo su voluntad. Él cuenta con los votos, pero, desgraciadamente, no con la inteligencia. Es un drama para el país."
La directora de subastas hispano-venezolana tiene una hipótesis sobre el coleccionismo. "Las colecciones de arte son microcosmos creadas por sus dueños para disfrute autónomo en la propia casa o residencia, para no tener necesidad de salir de ella. Se crean sobre todo en grandes ciudades del interior más que costeras, como Nueva York, París, Londres, Berlín... En la costa se vive más al aire libre. La colección es un refugio para las personas que la crean".
Le pregunto que arte cuelga en su salón y, con una sonrisa, contesta: "Una obra clásica del venezolano Pedro Centeno Vallenilla. Una obra que se titula Equilibrio, con dos figuras, un hombre y una mujer que se sostienen. El equilibrio es el secreto de todas las cosas. Como decía mi abuelo: "En la vida, ni mucho, ni poco. Sólo lo necesario.